El camino, los grandes poetas tuneros, el
campesino; para Manuel cualquier tema, por sencillo que parezca, resulta un momento especial para hacer poesía, para
regalar esas décimas que le nacen del alma, y que según cuenta las aprendió
solo, cuando comenzó a escuchar el
sonido acompasado de la tierra rasgada por el azadón o el ritmo del río al
chocar contra las piedras.
Este hombre de campo es conocido en la
comunidad de Collada, allí, donde se mezclan los apellidos Labrada y Bayate
para formar una gran familia que por tradición se dedica a la agricultura y la
ganadería. En ese barrio manatiense, lo encontró todo: su trabajo, el amor y la
pasión por sus décimas.
La boca se le llena de rimas en el ocaso. Y
la noche se vuelve su espacio de creación, por eso prefiere acostarse temprano
para pensar nuevas décimas, entonces mientras descansa susurra estrofas en la
almohada, y en la mañana se levanta
animado a escribirlas. Así, desde su mundo de compases, ha dedicado tributos a los héroes cubanos,
entre ellos a nuestro Fidel.
Facetas patrióticas, románticas y
humorísticas rodean la obra de este poeta empírico, que desde los 7 años
comenzó a improvisar, y hoy con 82, aún siente ese deseo de crear.


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