
Saludos gente de mi
pueblo, hoy les comentaré sobre un pasatiempo curioso ocurrido en nuestro
pueblo que durante la etapa más dura del período especial, llegó a convertirse
para muchos, en una fuente de beneficio material inmensa.
Me refiero a la búsqueda
de recalos en la zona costera del municipio. Cuentan que todo comenzó como un
entretenimiento de pescadores quienes fueron los primeros en encontrar pequeños
paquetes que llegaban hasta la playa de los pinos, el puerto y a algunos
lugares de la coste norte.
Así comenzaron a aparecer,
ropas, zapatos, juguetes, paquetes de jugos sellados e infinidad de productos comestibles y con otros fines sociales; producto del
sobrepeso de los barcos que pasaban cerca. Luego como todo un maratón, la gente
se fue sumando a este quehacer. Algunos amanecían en la playa, otros se
lanzaban entrada la mañana. Y como el que madruga Dios lo ayuda, hubo quien
tuvo la suerte de encontrarse televisores, refrigeradores sellados y hasta
pacas de dinero.
La ruta marítima cercana a
la costa manatiense se volvió muy usual para embarcaciones durante esa época, y
los productos variaron, al punto que hasta la policía intercedió cuando
comenzaron a entrar pequeños paquetes de drogas. Una problemática que duró
poco.
La cuestión es que, en los
años noventa se volvió moda la frase: ¡ Voy a la playa a ver que me encuentro!
Asimismo, la palabra recalo, se
convirtió en un hecho cultural. Yo mismo recuerdo, cuando me encontré un
billete de 20 dólares norteamericanos. Tenía solo 7 años, y ocurrió durante un fin de semana de
esparcimiento con mi familia, en nuestra casa de playa.
Sin embargo lo que para mí
fue casualidad, para algunos manatienses se volvió una motivación mayor a la
hora de visitar estos contextos naturales.

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