En su periplo por toda la
provincia, la caravana tunera de peloteros con Pablo Civil al frente, hizo un
alto para llegar a la tierra de Barbarito Diez. Los campeones de la dignidad,
como fueron llamados por el primer secretario del partido, Reynaldo Luis Rivero
Álvarez, llegaron al centro del municipio escoltados por las máximas autoridades de Manatí, y
bajando de sus guaguas, en pleno porque José Martí, fueron recibidos por todo
un pueblo que los acogió con cariño.
El equipo atravesó el céntrico vergel
a duras penas, pues una inmensa representación de pioneros, estudiantes de
secundaria, trabajadores, deportistas y aficionados del deporte nacional, limitaban su paso, pidiendo autógrafos y
saludando a los leñadores tuneros.
Ya en la plaza cultural, el
pueblo los aplaudía, mientras entre bullicio, coros y ovaciones se recordaban
las hazañas de un equipo que marcó más de un record en la concluida serie
nacional. Danel Castro, regalaba a sus aficionados uno de los bailecitos que en
más de una ocasión ensayó enla 1ra base luego de dar un hit o un jonrón.
Yosvani Alarcón, Pablo Civil y el
propio Danel, compartieron con la afición local, esa que aún desde sus casas siguieron
apoyando a un equipo comprometido con dar los mejor de sí hasta el final.
Décimas, canciones y el corazón
de cada uno de los manatienses se convirtieron en los mayores trofeos, que se
unieron a uno muy especial entregado por el primer secretario del partido en
Manatí al director de los peloteros.
Más tarde a la hora de partir,
nuevamente la multitud frenaba el paso de los campeones de la pelota, quienes
aseguraban que ese histórico segundo lugar y la inspiración de jugar mejor al
beisbol fue gracias a los seguidores, a ese pueblo que como Manatí, había
estado con ellos hasta el último instante.




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