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| Foto de Arian Laverdeza Reyes |
Esa madrugada Teresa aventajó al alba. Era tan grande la
expectación por revisitar las tradiciones de sus padres, que sobreponiéndose a
sus NUEVE décadas de vida comenzó a desandar a oscuras su Puerto de mar
encantador.
Al principio, ese 24 de agosto le pareció ordinario, desde
los olores a agua salada con óxido, hasta la inercia comunitaria del sábado.
Decidió entonces acercarse a la añeja Playita con la intención de contemplar la
marea creciente. Allí, se perdió pensativa, volviendo en sí, con los ruidos los
camiones de carga, el sonido de los tubos al colocarse las carpas y el ajetreo
de las familias portuarias.
Se preparaba la Fiesta del mar. Y desde ese instante la
anciana visitó cada escenario cultural: el parque donde se realizó una
exposición de platos confeccionados con pescado y marisco, el portal del correo
con una muestra de utensilios de pesca y las inmediaciones de la tarima desde
donde se observaban los juegos de los niños en la Playita y las maniobras de
las carrozas marinas, repletas de niñas y jóvenes en plena disputa por alcanzar
el título de Reina del mar.
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| Foto de Arian Laverdeza Reyes |
A pesar del ambiente festivo, Teresa se marchó a su casa en
las primeras horas de la tarde. No pudo disfrutar por completo de los payasos
que animaron parte de la mañana, ni del espectáculo central en el que se
presentaron el trovador Gaspar Esquivel, la solista Marelis Escobar, el dúo Los
Indomables y el grupo Impacto. No obstante, siempre hubo quien llegó a su casa
para darle los detalles artísticos.
A la distancia, continuó escuchando los ritmos fusionados con
la brisa costera, hasta que solo quedó la marca sonora de las olas en el
litoral.
Al otro día, Teresa Ramos, Teresita para sus conocidos, nuevamente
fue la primera en despertar. Caminó hasta su lugar de siempre en la playa, y
allí, recibiendo las caricias del mar, con los ojos cerrados, meditó sobre la
familia y la vida.
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| Foto de Arian Laverdeza Reyes |
Y es que para ella cada Fiesta del mar resulta un espacio de
añoranza por las artes de pesca, la cultura
culinaria y los juegos acuáticos heredados de sus padres, y al
mismo tiempo, otro agosto de tradiciones
que paradógicamente la hace rejuvenecer.




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