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| (Foto de Arian Laverdeza Reyes) |
Este anciano procedente de Santa Clara hoy vive en las inmediaciones
de la calle 12, en casa de su hija Maribel, junto a otras generaciones de la
familia, porque luego del retiro en la década del 80 decidió dedicarse a cuidar
a quienes lo rodeaban, y hoy recibe la retribución de sus seres queridos.
Sentado en la terraza de la casa conversé con el centenario
quien me acercó, con su hablar pausado, a su historia desde esos recuerdos que
lo vuelven tan manatiense como su prole.
Algún que otro momento de rememoración se tornó silencio. Bebo
entonces ponía la mirada pensativa y volvía hábil sobre sus memorias.
Y cuando le pregunté por quienes lo conocían en Manatí, me
aseguró que todos, aunque fundamentalmente por su seudónimo.
Entonces ya en confianza, luego de 30 minutos de entrevista,
le pregunté cuál era su fórmula para la longevidad, y si pensó alguna vez en
llegar a sobrepasar los 100 años de edad. Bebo se sonrió y me respondió sorprendido.
"Nunca pensé en mi edad. Simplemente he vivido día a día mi vida. Me he dedicado al trabajo y a mi familia. Nunca esperé llegar ni a 100. Solo Dios sabe cuando acaba mi existencia. Pero me ha dado mucho y eso se lo agradesco"
Más tarde lo felicité por su cumpleaños 102, mientras le
extendía la mano. Y él todo un
testimonio viviente seguía recordando a mis abuelos, a muchos manatienses que
ya no están y a esos compañeros del ingenio azucarero que fueron protagonistas
de obras sociales impensables de nuestro Manatí.


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